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sábado, junho 25, 2011

Karl Barth: Carta aos Romanos

KARL BARTH CARTA A LOS ROMANOS TRADUCCION DE ABELARDO MARTINEZ DE LA PERA PRIMERA EDlCION BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS
 Pablo tiene que transmitir el «evangelio de Dios»; debe comunicar a los hombres la verdad de Dios, totalmente nueva, buena y gozosa sin par. Pero subrayamos: ¡de Dios.' No se trata, pues, de un mensaje religioso, de noticia o indicación alguna sobre la divinidad o divinización del hombre, sino del anuncio de un Dios que es distinto de todo, del que el hombre como hombre jamás sabrá o tendrá algo y del que, precisamente por eso, viene la salvación. No se trata, pues, de una cosa entre cosas que haya que comprender directamente, que haya que captar de modo singular, sino de la Palabra del origen de todas las cosas que debe ser percibida siempre de pueva, con temor y temblor, porque es dicha siempre de nuevo.  Así pues, no se trata de vivencias, experiencias y sentimientos, por elevado que fuera su rango, sino de sobrio conocimiento objetivo de aquello que ningún ojo vio, ningún oído escuchó. Y, por tanto, es también una comunicación que no se conforma con que se la tenga en cuenta, sino que aspira a que se participe de ella; se dirige no sólo a la inteligencia, sino a la comprensión; persigue no sólo un compartir el sentimiento, sino la colaboración; se trata de un comunicado que presupone, creándola, la fe en Dios, en Dios mismo. 

La resurrección es la revelación, el descubrimiento de Jesús como Cristo, la manifestación de Dios y el conocimiento de Dios en él, la entrada de la necesidad de glorificar a Dios, de contar en Jesús con el Desconocido e Invisible, de admitir a Jesús como el final del tiempo, como la paradoja, como la proto-historia, como vencedor. En la resurrección, el nuevo mundo del Espíritu Santo toca al viejo mundo de la carne. Pero lo toca como la tangente a un círculo, sin tocarlo; y al no tocarlo lo toca como su delimitación, como nuevo mundo. Así, la resurrección es el evento a las puertas de Jerusalén en el año 30, en cuanto que ella «aconteció», fue descubierta y conocida allí. Mas ella en modo alguno lo es en cuanto que su necesidad, manifestación y revelación no están condicionadas por aquel acontecer,  descubrIr y conocer, sino que son su condicionante. En cuanto que Jesús se revela y es descubierto como el Mesías, él está «constituido como Hijo de Dios» ya antes del día de Pascua, aunque sin duda, también después de esa fecha. 

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